Niña sonriente despidiéndose

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Ayuda a Tu Hijo a Decir Adiós a las Malas Costumbres

Se come las uñas, moja la cama, lloriquea… ¡no te desesperes! Con la ayuda de los expertos, podrás superar esos problemas del desarrollo.
Se come las uñas, moja la cama, lloriquea… ¡no te desesperes! Con la ayuda de los expertos, podrás superar esos problemas del desarrollo. 

Los niños, al igual que los adultos, son criaturas de costumbres que – para bien o para mal – se refugian en lo que les resulta familiar. Y aunque la mayoría de las malas costumbres están relacionadas con el desarrollo y desparecen con el tiempo, los comportamientos que perduran, son nocivos, o se intensifican, deben ser tratados. En tales casos, los especialistas en desarrollo infantil sugieren a los padres que identifiquen la causa subyacente, busquen una solución, y ofrezcan mucho apoyo y aliento.

Identifica la raíz. “Cuando se observa un hábito, los padres deben recordar que el comportamiento de su hijo tiene un propósito y que sirve a una necesidad”, dice Laura Morris, directora asociada de un ajetreado preescolar. “Muchos niños se aferran a ciertas costumbres por comodidad o para lidiar con el estrés, el miedo o la ansiedad. Algunos lo hacen por aburrimiento o por llamar la atención. Incluso puede surgir de una necesidad desarrollada durante la infancia y que ha perdurado”.

Ese fue el caso del hijo de Celine. En algún momento, entre su primer y segundo cumpleaños, desarrolló un retraso en el habla que fue lo que desató el problema. “Debido a que no podía comunicarse, su reacción fue dar golpes”, explica ella de su hijo que ahora tiene 4 años. “Varios meses después el problema del habla fue tratado, pero los golpes continuaron y se convirtieron en algo que el niño hacía cuando estaba aburrido, cansado, frustrado, o cuando yo no le daba algo que él deseaba”.

Ser proactivo, pero paciente. Para lograr el cambio, los padres deben estar dispuestos a tomar las riendas. “Examina la situación cuando el comportamiento se manifieste, y determina qué está causando que el niño actúe de esa manera”, dice Morris. “Una vez que los padres descubren un patrón, se pueden tomar medidas para ayudar al niño a disminuir la necesidad de portarse mal y a encontrar un comportamiento más aceptable que lo reemplace”.

Si bien las costumbres nocivas exigen una intervención más inmediata, un enfoque de esperar a ver qué pasa, puede favorecer aquellos comportamientos menos problemáticos. “Una de las mayores habilidades que enseñamos es ignorar y tomar nota”, dice la educadora de padres Wadine Toliaferro. “Ignora cualquier comportamiento que no sea destructivo para tu hijo o para los demás, y toma nota y expresa verbalmente aquellos comportamientos que quieres ver en ellos”.

Réstale importancia a tu preocupación. Esta fue la actitud que Jenny tomó cuando observó un cambio en los hábitos de sueño de su hija. Cuando era una preescolar, Ava dormía toda la noche. Pero alrededor de los 3 años comenzó a despertarse horas después de Jenny acostarla y se iba a acampar en el pasillo.

“En lugar de darle mucha importancia, la animábamos a permanecer en su cama toda la noche cuando la arropábamos”, explica la madre sobre su hija de ahora 5 años. “Entonces, si la encontrábamos dormida en el pasillo, la despertábamos y la poníamos de vuelta en la cama”.

El hábito continuó por varios meses hasta que la familia se fue de vacaciones. Entonces, sin razón aparente, Ava abandonó su costumbre de acostarse en el pasillo. Pero sus problemas de sueño aún no habían terminado.

“Como a los 4 años, comenzó de nuevo a despertarse en medio de la noche. Venía hasta nuestro dormitorio y se acurrucaba a los pies de la cama o se acostaba en un saco de dormir que había en una esquina. De nuevo tomamos la postura pasiva. No sucedía todas las noches, así que solo le recordábamos cuánto nos gustaría que se quedara en su cama toda la noche, pero sin darle mucha importancia”.

Pídeles ayuda. “Una manera en que los padres pueden ayudar a un hijo a romper una mala costumbre, es conseguir su colaboración”, dice Toliaferro. “Pregúntales por qué piensan que están haciendo lo que hacen; después busquen juntos soluciones para lograr el cambio”.

Esto fue lo que hizo Jenny para hacer frente al deambular nocturno de Ava. Después de haber simplemente escondido el saco de dormir, “Ava preguntó qué había sido del saco”, cuenta Jenny. “Le dije que lo había guardado porque ella debía dormir en su propia cama. Entonces le pregunté por qué creía que lo necesitaba y dijo ‘Tengo miedo’. Le recordé que no había nada que temer y con toda naturalidad la acompañé a su cuarto y la acosté”.

Lee sobre el tema. Celine enfrentó el problema de su hijo con recursos hechos a medida. “Entré en una tienda y vi el libro Hands Are Not for Hitting (“Las Manos No Son Para Pegar”). Lo compré, me lo llevé a casa y empecé a leerlo con mi hijo todas las noches. Explicaba para qué se supone que son las manos, y al parecer ayudó muchísimo”, dice. “Después de alrededor de un mes, fui dejando de leerlo. Pero cuando resurge el problema, sacamos el libro y comenzamos a leerlo de nuevo”.

Prepara el camino al progreso. Una vez que se ha tratado la mala costumbre y se han tomado medidas para alterar el comportamiento, usa la afirmación positiva para proporcionar un apoyo continuo. Dar recompensas también puede ayudar. Lo más importante es ser coherentes con las expectativas y ser paciente durante el proceso. Recuerda que los nuevos hábitos deben ser establecidos antes de que los viejos puedan ser eliminados.

La pasada víspera de año nuevo, mi hijo y su primita estaban en lo alto de las escaleras y ella trataba de apurarlo a bajar, pero accidentalmente el niño se cayó”, cuenta Celine.

"Mientras lo consolábamos, se dirigió a su prima y le dijo: ‘Las manos no son para pegar, como dice mi libro’, y yo me quedé sorprendida. Al parecer estaba realmente aprendiendo la lección”.